Myself.
Es hora de hablar un poco sobre mí. No puedo
decir que es difícil. Soy básico y muy fácil de descubrir; aunque no siempre se
entienda el porqué de mis decisiones. Sin embargo, quiero hacerlo lo menor
ornamental posible, para que todos lo puedan entender. Sin palabras
desconocidas, sin frases adornadas. Que quede al alcance de todos los tipos de
entendimiento. Así no habrá oportunidad a las conjeturas.
Esta vez, algo
sencillo, sin las encrucijadas que me gusta poner en lo que escribo, para que
el trabajo de quien me lea, sea el descubrir a que me quise referir.
Empezando por un egocentrismo e individualismo
que traen a la luna solamente para mí, y a aquella mujer que nadie más puede
mirar. Esa característica propia de los dictadores más peligrosos e
indestructibles, de los que solo hay que esperar su muerte para deshacerse de
ellos. Muchas personas no entienden esta característica. No es que uno lo
elija; sino que “primero siempre uno que otros”. Y no puedo negar que, en algún
momento de mi vida, llego esa niña de gran sonrisa, que rompió ese paradigma en
mí. Lo atravesó sin permiso y clavo mi mente en su bienestar, en sus
preocupaciones, en sus lamentos, en su felicidad y en su deseo. Se convirtió en
el centro del universo. Y el egocentrismo,
enterrado a cuatro metros bajo el suelo. La ausencia de esa característica gris
y de sabor metálico, permitió que un Dios interviniera en mi vida. El mismo
Dios al que muchos culpan de sus desgracias. Ese mismo, al que una vez culpe
por mi vida. Al que ofendía y del que me burlaba. Y así mismo me sorprendí de
su importancia, el de ella, en mi vida. Ciento ochenta grados. Pero ahí no
acaba todo. El egocentrismo me ha ganado el juego, después de que hace un año
exactamente, la sombra de esa niña dentro de mi vida, ha muerto. Vuelvo a ser
quien solía ser. Un poco menos.
La definición de narcisismo la descubrí por primera vez hace algunos años, cuando le
describí a una psicóloga, lo que podía percibir de mi personalidad. Casi de
forma caricaturesca la descubrí. Porque no fui yo quien la menciono. Fue ella
quien la lanzo, en modo de recomendación. Me explico que se trata de un rasgo
psicológico que raya con un tipo de trastorno, no muy lejos de ser uno. Así que
del egocentrismo al narcisismo. De mal en peor. Después de esa charla entendí,
que la segunda, el narcisismo, tiende más a la comparación con los dictadores.
A la psicóloga se le olvidó mencionar “sociópata”. Aunque entiendo porque no
lo dijo. Porque para esto se necesita cumplir a cabalidad con ciertos aspectos
muy puntuales. Y aunque yo no cumpla con todos, sí que puedo mencionar algunos:
engaño, hostilidad,
irresponsabilidad, manipulación, agresión, impulsividad, irritabilidad. Solo
quienes me conocen muy bien, saben que puedo llegar a manipular muy fácilmente,
mentir, ir en contra de las reglas o leyes, y que en ocasiones soy muy impulsivo.
Algo que me ha ayudado bastante, porque de no ser así ¿Sobre qué escribiría?
Esto me lleva a
la indiferencia e indolencia. Y lo puedo explicar de una
manera muy sencilla. Un gran amigo, por no decir que el mejor que tengo, me
dijo - Usted ayuda, muy selectivamente, a las personas cercanas y que tienen un
grado de importancia en su vida. Es capaz de hacer lo que sea. Pero el anciano
que está en el semáforo pidiendo dinero, con hambre y aguantando sol o lluvia,
no le importa en lo absoluto. - Y así es.
Creo que con lo
que he podido vivir, y con las dificultades que mi personalidad me ha causado
en el transcurso de pocos años, he visto la capacidad que tiene el ser humano
para salir de una situación negativa, o para alcanzar sus objetivos, o
simplemente para conseguir como subsistir. Esto en modo de ejemplo. Esto me ha
vuelto indolente e indiferente con cierto tipo de personas o situaciones. Por ejemplo,
con las personas en situación de calle, que más que querer trabajar arduamente
para darle una vida digna a su familia, lo que buscan es dar lastima para que
las personas que trabajan de 8 a 12 horas diarias, les comparta su dinero. De
moneda en moneda diariamente. Como decía antes, gracias a mi personalidad, o más
bien por culpa de ella, he pasado por varias cosas. Desde dormir en la calle,
hasta irme de la casa bastante joven y tener que defenderme de cualquier manera
para poder responder por dos adultos mayores, un menor de edad y aquella a la
que le decía niña. Nunca, en este tipo de situaciones he recurrido a nadie
pidiendo ayuda. Primero porque no me gusta deberles favores ni dinero a las
personas, y segundo porque sé de lo que soy capaz. Esto solo es un ejemplo.
Para que quede claro que no es solo indiferencia sin razón. Es indiferencia
porque las personas pueden lograr mucho más de lo que creen, pero no tienen la
mentalidad para ello.
Pero está claro
que no soy un loco psicópata. Solo que en ocasiones es bueno detenerse y
pensar. Analizar porque razón hacemos ciertas cosas, o porque actuamos como lo
hacemos. Y es bueno porque prima el hecho de que las personas que nos rodean,
entiendan y acepten lo que somos. Si usted no se conoce, las personas mucho
menos. Solo van a ver lo que usted aparenta frente a ellos. Al final no acaba
bien. Y es bueno que desde un inicio se ahorren molestias.
Esta
indiferencia de la que hablo no se da con todas las personas. Pero si suelo ser
muy selectivo con mis amistades.
Solo me rodeo de personas que tengan un valor importante. Valor como personas.
Sé que todas las vidas son importantes y que tienen un valor, pero en mi cabeza
esto no funciona así. Suelo ser muy selectivo. Y siempre he dicho que “lo mejor
que puede obtener una persona de mí, es mi tiempo”. Cabe destacar que dentro de
mi personalidad no está el ser una persona detallista, romántica o caritativa.
Selección. Tanto así, que no me interesa entablar una conversación con personas
que no son de mi interés. Y si por alguna razón pasa, no dura más de cinco
minutos. Porque bueno… no soy un hijo de puta. Y más que todo porque sé que
puedo llegar a necesitar algo de esa persona. Lo que me lleva a otra
característica, valor o faceta. Como se le quiera decir.
Corrupción. Me encuentro tan ensimismado que muchas veces
solo doy algo muy pequeño, para obtener algo mucho mayor. Ejemplo: Una pequeña
conversación y mostrar interés, para que después esa persona haga algo muy
importante que necesito. Ahí incluyo la manipulación, las mentiras y adiciono
la hipocresía. Pero la palabra
corrupción va mucho más a fondo. No solo está ligado con el poder político. La
corrupción empieza cuando me aprovecho de un amigo. Nace en la sala de una casa,
en una habitación, en los salones de clase. Nace cuando no hago fila para que
me atiendan, solo por ser conocido del funcionario. Cuando digo en un banco que
gano más de lo que realmente gano. Cuando vendo un producto usado, asegurando
que esta nuevo; o defectuoso, diciendo que está en óptimas condiciones. Cuando
persuado a alguien de darme dinero con el pretexto de una inversión, sabiendo
que esa persona nunca va a ganar, e incluso, que no va siquiera a recuperar su
dinero. Todo esto, a manera de ejemplo, es corrupción. Esta característica no
solo está ligada con el gobierno. Está más cerca de nosotros de lo que
pensamos.
Todo esto parece
una desfachatez, lo sé. Y soy consciente de lo que estoy diciendo. No se va a ver
bien. Pero si se toma el tiempo de mirarse al espejo, de buscar en lo más
profundo de su ser, y se atreve a escribir lo que ve, se dará cuenta que no soy
el peor en esta historia.
No todo es malo.
Si bien mencione con detalles y ejemplos todo
lo negativo, creo que no voy a esmerarme en explicar lo positivo.
Ciertamente mantengo un instinto de competitividad sin pasión,
incomprensible. Es decir, siempre quiero ser el mejor, quiero tener la razón y
ganar. Detesto la ignorancia, aunque soy absurdamente ignorante; pero quiero
tener todo el conocimiento posible. Como una computadora que almacena toda la
información. Resulta imposible, pero es lo que quisiera. Y a pesar de que
siempre quiero ganar, cuando algo se entromete en mi objetivo y no puedo de
ninguna manera desaparecerlo, mi solución es tirar todo por la borda. Me deja
de interesar. Esto no siempre ocurre, pero es un buen ejemplo para explicar
porque incluí la expresión “sin pasión”. Y adicional a esto, al alcanzar el
objetivo, o al tener el conocimiento, o al ganar, no me siento satisfecho. A
pesar de haberlo logrado. Es más bien un afán incomprendido de demostrarme lo
que puedo lograr. Y sinceramente nunca estoy satisfecho conmigo. Siempre quiero
más y más.
Por ese mismo deseo de querer siempre más de mí,
puedo llegar a ser muy impredecible.
Soy muy cambiante, y el impulso o las ganas que tenia de hacer algo, al otro día
puede que no. Por eso trato de hacer todo inmediatamente y no dejar nada para
después. Gracias a esto he iniciado muchos proyectos desde muy joven. Por culpa
de esto mismo, esos proyectos han finalizado. Mi familia antes decía que nunca
terminaba lo que empezaba. La psicóloga en cambio, dijo algo sobre trastorno de
múltiple personalidad. ¿Qué digo yo sobre esto? Que cada cosa tiene su tiempo.
Por ejemplo: la compra y venta que tuve fue por la situación de vida en la que
me encontraba. La marca de ropa comenzó porque no tenía empleo y solo tres mil
pesos en mi bolsillo; termino porque descubrí que quería estudiar. El
restaurante de comida rápida lo cree como un ingreso adicional; murió cuando me
separe de mi exmujer. La asesoría para micro empresas y la negociación con
vehículos, que fue un proyecto en sociedad, se acabó cuando tuve un episodio de
estrés agudo que me dejo en el hospital.
Me gusta tener
el control de todo. Las cosas que se salgan de mis manos, no me sirven. No
va dentro de la regla “obtener todo lo que quiero”
A pesar de todo, hay cosas por rescatar. Tengo determinación y tomo decisiones
definitivas. Para dar un ejemplo, no importa quien sea, si una persona ya no
quiere estar a mi lado, bien está en su derecho. El orgullo me impide rogarle a la gente o ir detrás pidiendo que se quede.
Me caracteriza la valentía, la gallardía, objetividad y disciplina.
La lealtad, el afecto, audacia, astucia y que para las personas soy un
tipo desfigurado de líder.
Aunque no parezca, y aunque me gusta cuidarme en
exceso de cualquier “mal-sabor”, también me caracteriza lo emocional. Eso sí, en casos muy especiales. El “último caso” duro
cerca de siete años. El cariño, la libertad, y el andar analizando cada aspecto en esta vida.
En mi caso, lo sentimental es complicado.
Pueden leer todo lo que siento, con cada rasgo y detalle. Pero nunca lo verán
con sus ojos. No podrían.
Y es que, con el permiso del gran creador de la
siguiente frase: “Soy un ser capaz de combinar gran brillantez intelectual, con
una gran imbecilidad sentimental. Y es que cuando me enamoro, lo doy todo y
termino herido fácilmente”.
Este no es un escrito muy usual. Pero a veces
las personas esperan más de lo que somos. Aquí estoy yo. Aquí está “Myself”.
Juan Camilo Quiñones Londoño
Christian Bastidas Nieto
Comentarios
Publicar un comentario
Me gustaría saber tu opinión.
Deja tus comentarios o dudas aquí
¡Hablemos sobre escritura!