Niña, no se enamore.
No se enamore de mí.
Quizá no estoy listo. O quizá no sirvo para ser amado.
Alguna vez la vida me enseño que las mujeres tienen un poder
que no posee nadie más en esta tierra. Y le creo.
Soy apasionado. Me gusta la música y la escritura. En mis
sueños hablo con genios de la vida. Pero soy celoso, posesivo, celoso, gruñón,
celoso y quizá odioso.
Por eso niña, no se enamore; de mí. No lo valgo. No lo
merezco. Nadie merece estar anclado a un lugar donde las flores no florecen y
los ríos nunca corren. Donde el cielo
permanece gris y los atardeceres nunca llegan.
La conozco bien y es usted un alma libre. Me recuerda a las
mariposas. Irradia alegría, juventud y belleza. Siempre tan viva y llena de
colores. Su piel canela y su cabello como los ríos.
No se enamore. No se deje agobiar por un alma envejecida y
sin remedio. No soportara ver unos ojos apagados toda su vida.
Pero si se enamora, no cambie por mí. Recuérdeme siempre
avivar mi mirada hacia usted. Estoy convencido de que juntos este cielo gris tendría
unos rayos intensos de luz. Y nunca cambie. No se deje apagar. Por más que
quiera, no lo haga. Alguna vez la vida también me enseño que vivimos en un
mundo lleno de cambios constantes. Que nunca iba a encontrar a una persona
igual a mí. Pero que debía adaptarme a las diferencias de mi Alma Gemela.
No la estoy comprometiendo. Pero me estoy confesando.
Si no quiere, mi niña, no me ame. Es lo peor que puede
hacer. Aunque alguna vez la vida me aconsejo de la misma forma, y míreme… hace
años estoy perdidamente enamorado de usted.
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