Señor
En pocos
minutos culminará un año que ha pesado en mis hombros día a día. Un año que le
dio un giro a mi vida, por completo.
Estos días, sin duda, serán de nunca
olvidar. 365 exactamente que me enseñaron a cambiar. Y te agradezco por todo lo
que perdí, al igual que por todo lo que gané.
Perdí el
amor, la pequeña familia, el calor del hogar; perdí amistades, complicidades y
risas; perdí oportunidades, tiempo, caricias, abrazos y besos. Me despedí del “te
quiero” y del “sabía y sé”. Atrás quedó una niña, que ahora es mujer; por amor
propio, la olvidé.
Solo quedan
unos minutos y este año que pasa ya no tendrá sentido. Solo serán recuerdos en
lo oscuro de mi habitación, en el lobby de un hotel y en el lago de un lugar
remoto.
Recuerdo como
empezó este año. Yo con mis triunfos de egoísmo, y solo pensando en el futuro
sin vivir lo oportuno; el presente. Mis esclavos y mis cadenas. Un negocio furtivo
que nunca creció y el anhelo de obtener siempre lo que quise. Siempre llevaba
en mente el triunfo, y eso me hizo perder.
Pero no
todo es malo. Porque cuando perdí, cuando fracase, cuando busque ayuda
emocional, entendí que no podía caer más. Y comprendí que era momento de subir.
Subir más alto de lo que alguna vez imagine. Recordé que nunca estuve solo, ni
lo estaré. Y ahí estabas. En lo más alto del cielo, mirando todos mis tropiezos.
En ese momento supe qué debía hacer y te encontré; nuevamente te encontré.
Tal vez
tarde, tal vez no. Pero desde ese momento quise ser mi mejor versión. Demostrar
que lo que perdí, también lo había ganado. Y es cierto.
Gane nuevamente a mi familia, gane el cariño, gane el amor, el carisma, el
color, la capacidad de maravillarme con los cielos en la tarde y con las
montañas bajo la luna; recobre la vista y aprecié la vida que tanto me hacía
falta. Gane amistades, me construiste una nueva historia y te aseguraste de
mantenerme cuerdo en mis atajos.
Lo que
perdí, lo hemos perdido todos. Y lo que gané, solo lo ganamos contigo. Solo mis
hermanos, llenos de gracia, lo entenderán. Gracias por ser grande, por
escuchar, por perdonar y por poner en nuestras vidas cada obstáculo seguido de
cada triunfo.
Este año
que inicia estará lleno de cambios y lo sé. Si el 19 estuvo lleno de dolores,
el 20 me recompensarás. Porque sé que has visto el cambio en mí. Y solo tú
puedes saberlo.
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