Los amigos.
Ciertamente
el amor no es solo para los amantes. También lo es para los amigos, que muchas
veces se quieren incluso más que los amantes. Evidencia de ello está en la
pregunta ¿cuantas parejas ha tenido y cuantas relaciones amorosas ha pasado,
sin cambiar por un solo instante esa amistad que tanto le acompaña?
La amistad
es un querer incondicional, es una hermandad, un pilar esencial en nuestras
vidas.
Con ese
amigo aprendimos a reír, a cantar y a llorar. Hicimos el ridículo tantas veces
que perdimos la vergüenza y ya no nos preocuparon las críticas. Que a pesar de
las malas ideas o las malas decisiones, siempre estuvo presente; y por cosas de
la vida ya no.
Es una
etapa especial cuando estamos dejando atrás la niñez y con la punta de nuestros
años rozamos la etapa de adultos, tratando de alcanzarla lo más pronto posible.
Si alguien nos hubiera contado que esa era la mejor etapa de todas, seguramente
no existiría el afán por culminarla. Y con la etapa cumplida terminan las
locuras, las extravagancias y los ensueños. Lamentablemente, en muchos casos,
también la amistad. Ya no es lo mismo. Todo cambia. Y si alguna vez se nos da
la oportunidad de retomar esa etapa, ya no será igual que antes. Las
responsabilidades e impedimentos. La legalidad que ya no nos deja tontear, pues
se catalogara como incorrecto, inmaduro o insano.
Pese a
todo, esa amistad nos ha marcado de por vida. Y debemos estar agradecidos con
esas personas por ser las más idiotas del mundo y los mejores amigos que
pudimos tener alguna vez.
A mis
mejores amigos, un abrazo enorme. Y aunque solo son dos, son los mejores.
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