Dejar de ser.
Es hora de dejar de ser un niño. Es momento de dejar lo que
alguna vez fue; sin olvidar.
Necesariamente, el cambio constante nos pone a unos contra
otros tratando de arrebatarnos de las manos todo lo que con tanto tiempo hemos
construido, poniéndonos a prueba y preparándonos para una larga vida.
Ella lo llama “inmadurez”. Yo, simplemente, “Falta de
vivencias”. Sea como sea, es hora de
dejar de ser.
Cuando descubres, frente a un problema, que lo único que
puedes hacer es avanzar, te das cuenta de que estas listo para crecer. Y cuando
creces empiezas a ver la vida un poco más liviana. No fácil, pero la solución a
cada problema va a estar más cerca. El espacio entre cada tropiezo será más
largo. Y el amor prevalecerá incondicionalmente.
Es hora de dejar el pesimismo, las rabietas, el odio, la
envidia, la desconfianza, el ego, el orgullo y todo lo negativo. Es hora de
dejar de ser como niños.
Conocemos en la vida a tantas personas mayores que son como
niños, que crecer parece una tarea imposible de lograr. Pero cuando estás dispuesto
a hacerlo, todo es tan claro y se visualiza tan fácilmente, que comprendes que
el cambio, el de crecer, es tan sencillo y tan bueno, que no das marcha hacia atrás.
Y crecer no significa dejar la ternura, el amor, el cariño, las palabras y los
juegos. Significa dejar atrás lo malo y aprender. Realmente aprender.
Así que: Es momento. Es hora. Es el tiempo.
Dejar de ser.
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