El nuevo latir del corazón
En medio de un suspiro miro al cielo y me doy cuenta de que
estoy rodeado de miles de estrellas y una luna llena. Bajo la mirada y me sorprendo
al saber que me encuentro frente a la persona deseada. La miro a los ojos,
acaricio sus labios; trato de hablarle pero
su mirada no me deja.
Quiero decirle que es la mujer más pura y hermosa. Quisiera
dejarle en claro que sus besos son mi todo, que sus ojos son para mí como de la
luna su esplendor; su cabello, lindas líneas, naturales cascadas turbulentas
que caen sobre sus hombros. Y que sin duda alguna sus abrazos, mi debilidad.
Como ese primer abrazo tan fuerte e inocente, como nadie nunca me lo había
dado. Me lo dio sin pensar en que era una bestia que se regocijaba en citas
clandestinas, que terminaban en la nada. Me ofreció sus brazos y su calidez sin
pensar en mi pasado y aferrándose a la idea de un futuro que aún, ni siquiera
yo visualizaba.
Quiero que sepa que es la mujer más linda que he conocido.
Sus sentimientos son mi causa. En ella podría confiar el resto de mi vida, sin
importar lo que digan.
Nuevamente regreso a la realidad.
Estoy frente a ella mirándola a los ojos y como una reacción
al viento, me acerco lentamente. Mi mano izquierda coge su derecha y con mi
otra mano acaricio lentamente su mejilla hasta llegar a su cabello y apretarlo
con ansias, temor y sutileza. No logro controlarme. Me acerco tanto que ya
puedo sentir su respiración. Parece que mi corazón se detuvo; ya no siento
dolor ni cansancio. Ahora el viento me roza con fuerza y cada partícula de
polvo se convierte en una nota musical.
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