El infierno
Vuelve el infierno en vida. Vuelve el sueño como pesadilla.
Vuelve la piel cristalina como hielo, la sonrisa marcada de tiernos labios y
besos clandestinos. Vuelve esa mujer, ahora más mujer.
Vuelve y aunque odie con el alma aceptarlo, caigo. Y vuelven
con ella los escritos, el insomnio, los días enteros que se van en pensamientos
y recuerdos, y la sensación de muerte. Una muerte necesaria y estúpida que me
arrastra hasta el infierno; ella.
Ella, ella y ella. Ahora el escrito se resume en ella. En su
voz, en un hola que aún recuerdo, en una caricia, un beso, un quebranto. Su
mirada que lleva el peso del pasado. Su aroma que inspira los atardeceres. Y el
sentimiento, ingrato conmigo, que aún después de tanto tiempo siento por ella.
Un sentimiento que viene a mi absurdamente; porque como dice
Arjona: “Usted hace de un pecado, un milagro cualquiera. Me escogió de venganza
y celebro su idea”
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